viernes, 16 de diciembre de 2022

 XIV

“Aprendiendo de mí mismo”

Diario del artista




Recientemente decidí tomar varias acuarelas abstractas, que no me gustaban, y de colores fuertes, para cortarlas en tiras. 

Con esas partes de papel, hice un tejido sobre una canva, poniéndolas intercaladas, desordenadas, y bien adheridas, dejando un trabajo que mucho me gustó. 

Al publicarla en Facebook alguien me preguntó si tenía composición, entendiendo si las tiras llevaban un orden particular, o si la obra dice algo específico, la respuesta fue: “No”. 

Yo creo que en la acuarela, tal vez como en otras disciplinas, se va aprendiendo poco a poco y paso a paso, así como se puede descubrir detalles nuevos, aprendemos de nosotros mismos y la obra misma nos enseña, no sólo cómo quiere quedar, sino cómo le gustaría que hiciéramos las que siguen. 

Como dije, esta no tiene una composición especial, pero viendo el resultado, intercalado y “secuencial”, aprendí. 

Ya sé qué tipo de acuarelas abstractas quiero pintar para usar en la próxima artesanía, de qué colores, en qué forma poner las tiras, y qué quiero comunicar. 

Ciertamente, el arte puede ser un proceso relajante, pero no puedo descuidarme a lo que me diga, y estar muy pendiente de lo que quiera enseñarme; creciendo ella o ellas y yo.  

Adicionalmente, cada trabajo tiene su valor, y debe tener, además, su historia. Está por ejemplo, sin composición, fue la obra que me enseñó a “componer”. 

Y por lo tanto, y finalmente, como es la vida fuera de la acuarela?, cuántas cosas nos enseñamos a nosotros mismos, y cuántas veces hemos sido nuestros propios maestros, sin darnos cuenta, y dejando pasar la lección, sin pena ni gloria? 

sábado, 10 de diciembre de 2022

 XIII

“El amor”

Diario del artista




Recientemente escuché, en una película: "El amor no es un sentimiento, es un lugar", y me gustó mucho, porque cada vez que yo pienso en el amor con mi pareja, no pienso en los sentimientos que me causa, o en lo que hacemos uno por el otro. Luego de veinte años juntos, tampoco pienso en aquellas maripositas de los primeros tiempos; más bien pienso, y se lo he dicho, que es mis "delicados pastos", al lugar al que llego para descansar. Es mi lugar en el que los problemas no son tan grandes y la tranquilidad llega de manera automática.

Puse en pausa la película, para "masticar" este tema y para aprovechar el momento y darle una "barridita" a mi yo interno, para disfrutar el sabor de la frase y para analizar a qué otros momentos o actividades de mi vida, puedo aplicar esto, y eso me llevó hasta estas páginas.

Porque aunque el tema da para mucho, y puedo desarrollarlo en mis libros de desarrollo personal o en mis blogs de vivencias, también aplica para el diario del artista, aquí, vos y yo.

La acuarela, como lo he dicho, no es un oficio, un trabajo o un hobbie, es magia. Es el mundo mágico en el que me encuentro, y que la vida me dio la oportunidad de vivir y disfrutar.

En mi caso particular, no es sólo sentarse a pintar para crear algo bonito, muy bonito, vendible, enmarcable o guardable; es mucho más. Yo me conecto a no sé qué, como lo hago con la escritura, y descargo lo que quiero hacer, o lo que llegue. Me dejo llevar, me dejo sentir, me permito ser el instrumento por el que el universo pasa, para dejar la marca en el papel. Y no importa que sea o no hermoso, o que le guste o no a muchos, es mi descarga, y yo sólo fui la vía, para que el universo estampe colores en la realidad.

Claro que podría trabajar las acuarelas como un negocio, o hacerlas con la "superficialidad" con la que produzco algunas artesanías con madera o vidrio; pero no quiero. Yo "caí" en la maravillosa magia de la acuarela, y necesito que siga siendo así; y por lo tanto trabajo constantemente para no olvidar que es un don y/o bendición, como mejor te suene, y que cuando estoy frente al papel, al lado de los vasos de agua y de los pigmentos, y con los pinceles en la mano, estoy siendo prueba fiel, de la bendición en mi vida.

Cada uno puede hacer de su vida lo que quiera, o puede escoger la mejor manera de vivirla o de sentirla, yo prefiero sentirme escogido, en lugar de parecer, para mi mismo, uno más del montón.

Y así mismo escojo trabajar o hacer otras cosas. Cada vez que llego al taller textil, para un nuevo diseño o la nueva línea de uniformes de una empresa, juego con mis chicos; porque juego a todo. Juego a pintar y a escribir, juego a trabajar y a vivir. La vida es un juego para mi; un juego en el que no hay ganadores o perdedores; un juego en el que todos podemos ganar.

Cuando te sentés frente al papel, elegí tu actitud, porque estamos hablando de tu propia vida, y que sólo vos tenés las riendas de ella; e internamente, estás solo, y tenés que ser suficiente para vos mismo.

Un abrazo, Vinicio Jarquin (.com)


 X

“Practicando”

Diario del artista



Recientemente alguien dijo en una página de acuarelistas, que usaba papel corriente, o barato, sencillo o de poca calidad, para hacer sus prácticas de acuarela, aprender y luego usar un mejor papel. 

Eso me puso a pensar un poco en términos de resultados y subconsciente. 

¿Qué pasa si en alguna de esas prácticas logra un buen trabajo, podrá luego duplicarlo en un buen papel?

¿Qué pasa si logra hacerse un experto en un papel liso de 140 gms, podrás serlo luego en un papel de 300 gms, granulado?

Siento que es como, aunque sea un ejemplo extremo, que practiquemos con una bola de voleibol, para poder controlar el balón, y luego salir a jugar a la cancha de fútbol. 

Son materiales diferentes, así como distinto es el comportamiento del agua en uno y en otro, la intensidad del pigmento, la manera en cómo se aplica y el resultado final que dará uno y otro. 

Si vamos a jugar fútbol, practiquemos en la cancha grande, con la bola correspondiente y con jugadores dignos de ganarles algún día. 

Y ojalá ese fuera todo el problema. También nos encontramos con nuestro subconsciente, que se ha declarado en modo práctica; sin esforzarse mucho y sin intentar lograr un trabajo final. 

Y al final de todas estas prácticas, podríamos llegar a ser practicantes profesionales, no acuarelistas profesionales. 

El tema de las “prácticas” es un asunto que cada uno debe abordar con mucho cuidado en su vida, poniendo atención a la manera en cómo le habla a su subconsciente. 

Esta toma de consciencia funciona para mi, no sé si para vos. Vos verás. 

miércoles, 7 de diciembre de 2022

 IX

“Los curadores imparciales”

Diario del artista



Hace unos pocos días fui a la marquetería para recoger dos obras que daré de regalo en Navidad. Una de ellas es en acuarela, de mi autoría, y la otra es una que me encontré en la bodega de mi hermano, revisándola luego de que él se fue al cielo, pintada en la tapa de una caja, y que se la daré a mi madre en estas fechas.

Y como siempre que voy a donde don Bernardo, me quedo hablando mucho rato con él, y siempre parece no ser suficiente, porque tenemos que cortar los temas para poder venirme, y muchos veces lo hago porque ya tengo tanto en qué pensar, que prefiero venirme a "masticar" lo escuchado y conversado, y volver otro día por más combustible de vida.

La última vez que fui, hablamos de grandes artistas costarricenses, principalmente en la técnica de la acuarela, de otros que se quedaron perdidos en el tiempo, y de otros que aunque sus obras cuestan mucho dinero, no han avanzado, porque desde hace muchos años cobran lo mismo, y porque los temas no se ven progresar; pero en fin, eso no fue lo que más rescaté en esta oportunidad.

Hablamos un poco de los grandes curadores imparciales y neutrales, que algunas empresas o galería famosas, contratan para que den su opinión sincera y honesta con respecto a una obra, y que digan el porqué esa obra es hermosa y cuesta mucho dinero, sin opción a que digan lo contrario.

Si esto es así, a partir de la apreciación de don Bernardo, y lo convencido que quedé, no siempre es suficiente con pintar una gran acuarela, sino que es necesario que alguien se fije en ella, le haga publicidad, le suba el precio y la lance a mercados internacionales, en los que se mercadea el arte de manera desbocada.

Inventemos una historia, en un posible escenario, la Galería ABC encuentra a un artista que pinta bien, con temas modernos e interesantes, y le ofrece comprarle las obras en USD1.000 cada una, por el resto de los próximos cinco años, entregando no menos de veinticinco obras anuales.

La galería llama a uno de sus curadores imparciales, bajo salario, y les da un par de obras y el nombre del artista, y ahí empieza la magia.

No es cierto, la magia empezó con el pincel del acuarelista, y terminó al entregarla. Lo que empieza ahí, realmente, es el truco o mercadeo.

El curador, como un poeta, novelista o cuentista, empieza a hacer una maravillosa descripción del trabajo, de cada pincelada, del tema, de los colores, de la sensibilidad y de miles de cosas de la acuarela, seguidos de comentarios sobre el artista, su trayectoria, su capacidad, su historia, y hasta dónde compra el pan por la mañanas: en una hermosa callejuela de la ciudad, entre niños pobres y sucios, que le dan inspiración para su trabajo, alejándose del Palacio de Bellas Artes y de cualquier otro lugar insensible, que le quita el romanticismo de su vida, y no sé cuantas otras mentiras más; y terminan diciendo que las obras se cotizan en mercados internacionales, en no menos de USD5.000 cada una, aunque algunas han alcanzado precios de hasta los USD10.000.

En un mundo influenciable como el nuestro, con nuevos ricos que no sólo no saben en qué gastar su dinero, sino que necesitan aparentar lo que son o lo que tienen, aparecen los grandes y potenciales compradores; incluyendo hasta jeques y nuevos ricos del mundo árabe, que quieren competir con occidente, y que tienen como meta personal, convertir su casa, en aquel calor infernal del Golfo Pérsico, en una réplica del Palacio de Versalles. Más o menos como alguna vez el polo (naco) de Pedro el Grande, quiso hacerlo con San Petersburgo, haciendo una copia, según él, de Paris. (Nota: Paris es incopiable).

El artista vende sus obras a buen precio, la galería las distribuye a un buenísimo costo y los nuevos y nacos ricos, se van felices con sus cuadritos, y todo el mundo feliz y contento.

Dicho lo anterior, si algún día sentís que tus acuarelas no llegan a valer lo que valen las de otros autores, y de alguna forma te parece que las tuyas son mejores, tal vez lo sean, es sólo que el inversionista de la galería, no te ha descubierto.

VIII

“Navidad”

Diario del artista



La Navidad es, para algunos de nosotros, un hermoso momento. Sin embargo no son fechas que aparezcan solas, sino que hay que construirlas.

Desde hace algunos años decidí, que cuando quiero tener una Navidad "sentida", tengo que trabajar en eso, y veo películas de la época, escucho música alusiva al tema, ambiento las luces de mi casa y entro en un modo festivo, de manera intencional.

Así mismo, es un buen momento para poder compartir algunas acuarelas con amigos cercanos o familiares, sin ser grandes obras, o trabajos que me cuesten mucho tiempo y esfuerzo; principalmente porque quiero poder hacer la mayor cantidad posible.

Este año, desde noviembre, he empezado a hacer tarjetas de Navidad, que por cierto hasta vendí muchas, y pequeñas acuarelas que sirvan, no sólo de tarjeta, sino que luego la puedan guardar de recuerdo, o que la puedan enmarcar para un espacio pequeño en la casa o en la oficina.

Yo creo que la Navidad tiene su magia, y no tanto porque la tenga intrínsecamente, sino porque nosotros tenemos la capacidad de darle ese carácter, con nuestra preparación para las fiestas; y por otro lado también está la magia de la acuarela, que ciertamente tampoco la tiene, y depende de lo que nosotros hagamos por ella, o de cómo la veamos.

Podemos coger agua y papel, pinceles y pigmentos, y pintar normalmente, como si lo hiciéramos con óleo o acrílico, o cualquier otra técnica, incluyendo las manualidades en papel, vidrio, madera y demás materiales; pero también podemos darle sentido de magia y convertirnos en magos.

Podemos disfrutar del recorrido que el agua hace sobre el papel, dejando pigmentos y haciendo sus propios surcos, algunas veces por rutas antojadizas, y mostrando al día siguiente, un trabajo diferente al que dejamos antes de acostarnos.

La Navidad se puede pasar en un abrir y cerrar de ojos; y las acuarelas se pueden terminar sin pena ni gloria, siendo un gran trabajo; pero a ambos se les puede dar el carácter mágico, al nivel que queramos y si es que lo queremos.

Yo quiero. Yo disfruto la Navidad con un ponche diario, y disfruto las acuarelas con una copa de vino al lado, tan solo porque así es como yo quiero hacerlo; porque aunque algunos digan que la vida se va en un segundo, yo creo que dura mucho, hasta años o décadas, y prefiero vivirla con magia en todo lo que hago, que sin ella.

Feliz Navidad para todos.

 VII

“El ego del artista”

Diario del artista



Tal vez decir "el ego del artista" sea una valoración muy fuerte para describir a alguien, y tradicionalmente la palabra "ego" tiene una connotación un tanto negativa, aunque lastimosamente no encuentro una mejor para describir el artículo.

En todo caso mi intención es el cuidado que debo tener a la hora de calificar una obra, si es que me han pedido que lo haga, o comentarla si es que se espera recibir comentarios de mi parte, o bien el hacer aportes cuando nadie los ha solicitado.

Una obra como tal, producto de la imaginación, del trabajo o de la experiencia de un artista, es su propia creación, su bebé, su representación, lo mejor que tiene en estas disciplinas, para entregar al mundo.

"¿Por qué no hiciste esto o aquello?", "¿Te parece que queda mejor así, que así?", "Si yo fuera vos, lo habría hecho así y así", "¿Por qué no le pusiste esto o lo otro?".

Casi que no hay una forma delicada para expresarle al artista nuestras impresiones o comentarios, si estos no han sido solicitados, porque en la mayoría de los casos, el artista presenta su trabajo para ver qué nos gusta, desde mucho hasta muchísimo, y no para saber cuánto no nos gusta su obra, que podría ya estar firmada o "sellada", producto de su entrega  o viniendo desde su interior.

Finalmente, si el artista hiciera una obra con nuestras recomendaciones o sugerencias, no siempre sería su obra, y por eso hay que tener mucho cuidado.

Recientemente alguien publicó en Facebook su último trabajo en acuarela, sin poner ninguna leyenda o palabras; y que a mi parecer le faltaba para estar terminada o lista, aunque de esto hablaré en el capítulo XII, y le pregunté si la publicaba para que hiciéramos comentarios o sugerencias; pero su respuesta fue que no. Dijo que él sólo estaba empezando, que no le importaba lo que el mundo le dijera, porque no vivía de eso, y que no quería comentarios; entonces no dije nada.

Aunque aquí, entre vos y yo, creo que lo que él quería era recibir comentarios sobre la formidable obra que había publicado, sin que le hablara de correcciones o que le ayudaran a su superación, y claro que, al ser esta su meta, nadie aportó comentarios.

Creo que no lo hicieron, primero porque había de poco a nada que decir de la belleza del trabajo, y además que por el comentario tan petulante, "espantó" a quienes tenían algo que decir.

Pero así es el mundo, y así somos incluso, nosotros mismos, muchas veces. Esto no me deja una enseñanza sobre ese acuarelista, sino más bien sobre si debo o no, dar comentarios cuando  no me los están pidiendo, y si debo o no, pedirlos cuando quiero recibirlos; y en ese caso ser lo suficientemente humilde para recibirlos.

En todo caso, y en caso de darlos, exponerlos con amabilidad, y con un "yo lo que haría sería...", y no un "deberías..." o "tendrías ...".

sábado, 3 de diciembre de 2022

VI

“Un triste momento”

Diario del artista



El 25 de noviembre de 2022, escribí en Facebook, mi nota: "Un triste momento", cuando se me daño una acuarela.

Por supuesto recibí muchas respuestas con sugerencias de lo que tenía que hacer a partir de ese momento. Algunos decían que empezara otra de inmediato, que lo borrara, que lo dejara así, que aprovechara el error, y varios consejos más. 

Incluso muchas personas se hicieron "un juicio" de cómo me sentiría, que no me amargara, que no abandonara la pintura, que esas cosas pasan y no tenía que sentirme frustrado, y hasta apareció aquel que me preguntó el porqué había una copa de vino.

Por supuesto que no respondí a todos los comentarios, de hecho casi a ninguno de esos. Yo borré el daño y continué con la acuarela, no me frustré, no me amargué y la copa de vino estaba ahí porque a mi me había dado la gana de tomármela mientras pintaba.

Mi punto con este comentarios antes de ponerles lo que escribí, es "la necesidad" de algunas personas de dar consejos que no han sido solicitados, y mucho más que eso, de suponer el estado de ánimo de personas que no conocen, tan sólo por lo que les sucedió, y a partir de su propia vida; y esto me lleva a pensar en el siguiente capítulo, que tiene que ver con el ego de los artistas, y el cuidado que tenemos que tener antes de criticar o comentar sobre una obra terminada, o de un trabajo sobre el cual no han pedido tu opinión.

"Un triste momento"

Estar a unos 20 minutos de terminar una acuarela que has trabajado por dias, y de pronto… un pincel cargado de pigmento se escapa de la mano y vuela por el aire… 

Toda suerte de movimientos para tratar de atajarlo, casi en cámara lenta, baja muy despacio, choca con los dedos sin dejarse agarrar, se estrella contra el papel de algodón de 300 gramos, ante nuestra mirada impotente; y al chocar, sin mayor vergüenza o arrepentimiento, rueda sobre lo pintado, dejando lágrimas de hermoso color, a su paso. 

Y ahí empieza el caos… 

Quitar de la mesa el agua, la paleta y la copa de vino, para no cometer otro error, buscar un pincel limpio, correr por agua muy cristalina en otro recipiente, una servilleta nueva y la esponja de borrar, y tratar de eliminar todo lo dejado…. 

Y el resultado final?… a ratos se salva, otras veces se firma con el pequeño error, y otras… ni modo, al triturador del papel. 

Buenas noches. 

 V

“El testigo”

Diario del artista



Creo que en el proceso de un trabajo, un proyecto, o una obra, tenemos que buscar las satisfacciones extra o adicionales, que eso nos pueda dar.

Si estamos realizando un trabajo, pensar en para quién lo hacemos, cuál es nuestra intención y cuál será la mejor manera de hacerlo, o a quiénes ayudará un proyecto culminado con amor o esfuerzo, o cómo podrá quedar la obra, una vez terminada, si la hemos hecho con paciencia y poniendo lo mejor de nosotros.

Pero en temas de artes plásticas, específicamente, un día de estos les di una idea a mis compañeros de la clase de acuarela con Juan Carlos Camacho.

Regularmente, cuando pintamos tenemos un papelito al lado, para estar quitando el exceso de pigmento que viene en el pincel, antes de que las cerdas toquen el papel, y ese trozo de papel, que puede ser blanco, manchado o restos de una acuarela que no funcionó, al final se va al bote de basura o queda olvidado entre papeles y "chunches" del taller.

Les hablé un poco de la importancia de trabajar en un espacio limpio y ordenado, y que cada cosa que nos acompañe sea testigo de lo que hacemos. Así como los pinceles se convierten en una gran herramienta, el ambiente debe ser ideal y cada artículo forma parte importante del resultado, así mismo debe hacerlo ese pedazo de papel que nos acompaña durante la obra, y tal vez durante otras más.

Les dije que antes de empezar un trabajo nuevo en la acuarela, nos hagamos de un papel nuevo, del tamaño que queramos, recortado con cuidado, que sea como una obra adicional a la que estamos pintando, y que sirva para recoger todas las gotas sobrantes de pigmento, que no deberían sólo quedar en el olvido y o irse directo al trapo que también tenemos cerca.

Y que al final, una vez que la obra sea firmada, también lo sea el papelito lleno de "manchas" casuales, suaves y fuertes, y que podría ser, por ejemplo, el separador de páginas o marcador de libros, que evidencie el trabajo que acabamos de terminar, que siempre parecerá ser como un cardumen, aunque de colores diferentes y formas distintas.

También puede convertirse en la tarjeta que acompañe a la obra, una vez que la entregamos, con nuestro agradecimiento escrito.

En fin, las ideas de qué hacer con ese trozo de papel, testigo de nuestro trabajo, son muchas; pero eso ya lo dejo a tu imaginación, mi consejo, o idea, es que empecés a trabajar junto a un trozo limpio, testigo fiel de lo que hacés.




IV

“Lo aprendido”

Diario del artista



17 de noviembre de 2022

Ojalá tuviéramos la capacidad de aprender a aprender.

La vida puede ser muy corta, como dicen algunos; pero no tanto para el hoy, que sentimos que tarda una eternidad, y que constantemente estamos aprendiendo, no sólo a vivirla, sino a cómo vivirla, y como caminar por el sendero que hemos decidido.

Algunas veces estamos tan ocupados, o tan despistados, que dejamos pasar el aprendizaje que hemos tenido, y la vida nos vuelve a dar la lección, para que lo aprendamos bien, de una vez por todas. Algunas de esas veces sintiendo el mismo dolor o la misma satisfacción.

Y es por eso que tenemos que mandarle el mensaje claro “al universo”: “anotado, entendido y aprendido”, para que pase la página, para que no nos venga otra vez con la misma lección, o para que se enfoque en clases nuevas, y nuevos conocimientos.

Como dije en alguno de mis capítulos anteriores, he recibido clases con varios profesores de acuarela, muy buenos todos ellos, y aunque aprendí mucho, y mucho de lo que hoy soy, lo aprendí gracias a su enseñanza y compañía, no puedo enumerar lo que fue.

Es como los seminarios de desarrollo personal que he llevado. Muchos de ellos, o todos ellos, me han enseñado nuevas formas de vivir, o herramientas para la vida, y hoy soy el producto de Theta Healing, Insight, Storytelling, Tisoc, Psych-k, PNL y otros, además de la vida misma y el caminar por estas calles; pero es difícil poder nombrar qué aprendí o qué viví en cada uno de ellos, y cuál fue el aporte más significativo que me dieron, o cuales fueron las enseñanzas que me hicieron tener un cambio, y seguir siendo mejor. Así como también me pregunto cuáles cosas importantes aprendí, las dejé volar y las olvidé.

Pensando en eso, esta vez decidí abrir una nota nueva en mi teléfono, cada clase de acuarela que recibo con Juan Carlos Camacho, y anotar ahí cada detalle nuevo que aprendo, cada llamada de atención, cada observación o cada instrucción que, aunque ya lo sabía, en ese momento me doy cuenta que lo había olvidado.

Por mi parte, y como seguramente estaré siendo leído por acuarelistas, procuraré anotar en estas páginas algunos conocimientos obtenidos o despertados gracias a Juan Carlos Camacho, aunque no solicité su permiso, porque ya son mis conocimientos.

Te invito a llevar una nota de las cosas aprendidas, porque si al final de cierto periodo leés lo anotado, podrás darte cuenta que algunos detalles ya se habían olvidado, pese al posible costo que hayás tenido para aprenderlos.


Nota:

Todos los artículos estarán en www.viniciojarquinacuarela.blogspot.com


III

“La salida del closet”

Diario del artista



Finalmente, y luego de estas horas de revisión interna, he decidido que mis pinceles chinos u orientales, salgan del closet; y aunque lo harán literalmente, yo también tengo que hacerlo en modo representativo, para seguir trabajando en lo que soy o en lo que quiero ser en el mundo de la acuarela o del arte.

Y es que uno de mis lemas es VJ (Vinicio Jarquín): “Vivir jugando”, y últimamente no siento que sea así, o no siento que esté siendo parte de un juego. Estoy trabajando con la acuarela, el agua, el papel y los pigmentos, pero siento que lo hago sólo, que la acuarela como tal, no está jugando conmigo, y es una soledad que no me gusta, y que al final se ve reflejado en el resultado final, en donde mis pinceles anduvieron dejando tonos de color para terminar con una imagen aceptable, pero el agua no corrió, y las cerdas naturales no acariciaron el algodón de 300 gramos.

En medio de estas revelaciones que he tenido en estos días, me doy cuenta que, el problema, si es que es un problema, soy yo, y que Juan Carlos Camacho, de alguna manera, me ha querido llevar a la cancha de juego, teniendo pocos o malos resultados, y enfrentándose a mi rebeldía de hacerle caso, tal vez por ignorancia.

Recuerdo cuando estaba pintando el castillo del conde Drácula, a partir de una fotografía que tomé en Transilvania en Rumanía, y JCC me decía que hiciera una mancha general, para luego poner detalles, y yo la hacía muy tímidamente. Nuevamente me dijo que hiciera la mancha más fuerte, y yo sólo subí una rayita el tono. Ahora entiendo que tal vez quería que el tono fuera severo, generoso, dramático, para luego hacer los detalles. Y aunque tenía pinceles para eso, era trabajo de los chinos, que seguían guardados en el closet.

16 de noviembre de 2022

Mañana pintaré el hotel en el que me hospedé hace unas semanas en San Miguel de Allende en México. Ya lo tengo dibujado, y espero que sea mi primer trabajo en esta nueva faceta, si es que lo logro; y si no, no importará demasiado, porque ya tengo el horizonte identificado, y caminaré hacia él.

01 de diciembre de 2022

Continúo pintando el hotel, pero la verdad es que no me está gustando; y aunque podría resultar siendo una buena acuarela, que lo dudo, no es lo que soy o quiero ser; no tiene mancha, no tiene fuerza, y no siento que tenga magia.

Esta mañana le hice una aguada general y lo manché por encima, y se ve mejor, pero lo dejé un rato de lado para pintar los zapatos de un payaso, en colores fuertes, con los pinceles chinos.

Al parecer los pinceles salieron del armario, pero no yo en términos artísticos. Sigo un poco amarrado, y cada vez me quedan menos recursos a los que echar mano, para salir de este atolladero en el que me encuentro, en términos de acuarela.

A mi lado, los compañeros siguen haciendo sus maravillosas obras en modo paisajismo. Y aunque mucho me gustan, yo tendría que caminar mucho para llegar ahí, y ese caminar lo haría por un sendero artístico que no me interesa. No creo que el paisajismo sea lo mío, y mucho menos con pinceladas controladas.

Sin embargo, creo que, de la mano de mis pinceles, estoy saliendo poco a poco, innovando y aventurándome a cosas nuevas. Al menos ya tuve la fuerza para destruir algunas obras que no me gustaban y que consumían espacio en mi estudio. Las he cortado en tiras, y están sirviendo para ser pegadas en platones y mesitas, para dar un efecto moderno a ciertas piezas.

Me declaro afuero y seguiré intentándolo, ahora que reconocí que estaba dentro, encerrado y con pocas posibilidades de seguir creciendo.

Ojalá vos podás revisarte en qué lugar del arte estás, y que tan libre te sentís con lo que estás haciendo, y si el balance es en contra de eso, volar. Abrir las alas y dejarte llevar, en la acuarela, al punto al que te gustaría llegar.

Saludos.


II

“Mi introspección”

Diario del artista



Esta mañana, luego de ir al taller de costura para ver un tema de telas para los uniformes de una empresa a la que le estoy trabajando, pasé a la tienda Art Depot en Escazú, para comprar unos pinceles para una compañera, que vive en Guápiles, que me pidió el favor, y estando ahí, hablando con la dependiente que conozco desde hace varios años, me llegó parte de la respuesta que estaba ansiando.

Mientras ella buscaba los pinceles #12 y #14 de la marca Zen de Royal & Langnickel, que son mis segundos pinceles preferidos actualmente, vi un estante con cientos de pinceles orientales, probablemente chinos, de los que tengo muchas docenas, y que he usado con gran éxito durante muchos años, y rápidamente me pregunté por qué los había dejado de lado; por qué ya no pinto con ellos, y por qué los guardé en una caja aparte, sin llevarlos a clases, usando más los Zen, y mucho más los Black Gold y los Black Silver de la línea Dynasty, que por cierto son mucho más caros que los fabricados en oriente, con cerdas naturales.

Hablando con ella, recordamos que estos pinceles cargan mucha más agua que los otros, detalle que algunos compañeros me habían comentado y lo había olvidado, y que también yo sé perfectamente; y le comenté que mis compañeros no los usan. Ella me preguntó qué tipo de acuarelas hacían, y ahí se me abrió el panorama de lo que está sucediendo, y recordé todo ese texto que había escrito, del tipo de acuarelas que ellos hacen, y las que yo hago, incluso, me transporté un poco a cada uno de los profesores de arte que he tenido, y mis diferentes formas de trabajar, con cada uno de ellos.

Me fui hasta el tiempo con Moisés Solera, el artista que me inició en el proceso de las artes plásticas, recomendado por mi hermana, que había recibido clases con él. Fue hace mucho tiempo, con total ignorancia del tema y con un presupuesto diferente, cuando compré los pinceles sintéticos que me recomendó, qué, por supuesto todavía los tengo, e hicimos juntos algunos trabajos de paisajismo.

Más adelante en el tiempo, tuve la oportunidad de pintar varias veces con Carlos Cruz, en su taller; haciendo algunas loqueras, siempre en términos de paisajismo, usando más brocha que pincel, poniendo varios papeles a la vez y jugando con los pigmentos, muchas veces el negro.

Los años pasaron y dichosamente caí “en las manos” de Ariane Garnier, en su taller en Escazú. Durante muchos meses fui con bastante regularidad, aunque no era una clase, sino más bien el espacio en donde yo podía pintar lo que quisiera, con su guía y compañía. Ahí hice algunos trabajos de paisajismo, figura humana y abstractos, todos ellos ya con mis pinceles chinos u orientales, empezando mi gran colección de ellos, y utilizando algunos otros productos, como sal, alcohol, plásticos y demás materiales que me ayudaran para crear cosas diferentes, menos paisajismo, aunque hicimos algunos, incluyendo mi mejor obra en ese sentido, una cabaña italiana que fotografié desde un autobús en las Dolomitas en los Alpes, pero en términos generales mis trabajos estaban siendo más expresivos.

Ciertamente, donde Ariane, estaba llegando a lo que quería en el arte, expresarme, ser libre, crear cosas únicas, pero que tuvieran un sentido. Su ayuda fue muy importante para mi y para mi formación en estas disciplinas, aunque no quiero restar importancia a Moisés y a Carlos Cruz, con quienes tuve momentos maravillosos y perfectos escalones, uno a uno, para seguir subiendo. Y tampoco quiero decir que alguno de ellos fuera más importante o mejor que el otro, sólo que eran diferentes momentos de mi formación y de mi recorrido, y cada uno cumplió a cabalidad con lo que yo esperaba, o mucho más.

Meses después de que el ciclo ahí se cerró, llegué al taller de Emanuel Rodríguez, y ahí empezaba a jugar de verdad.

Con Emanuel hicimos figura humana abstracta, una verdadera experiencia, con quien pinté la que más me gusta y que le regalé a mi hermano para que la pusiera en su cuarto, y que años después volvió a ser mía, cuando él se fue al cielo.

Con Emanuel, también pasé a otro nivel; y cuando mi tiempo con él llegó a su fin, yo pintaba en mi casa obras, de técnicas aprendidas con Moisés, con pinceles sintéticos, hacía trabajos como los que me ayudó a hacer Ariane, con pinceles orientales, dejé de lado las brochas que usé con Carlos, y seguía jugando mucho con lo aprendido con Rodríguez, usando muchos recursos, y verdaderamente disfrutando lo que hacía.

Y así, con esta mezcla de conocimientos, fui armando mi propia forma de pintar, disfrutando lo que hacía y siendo muy libre a la hora de expresarme, mientras el agua corría por el papel muy mojado, llevando el pigmento a los lugares exactos que yo deseaba que fuera, aprendiendo a controlar la humedad y sintiendo la magia que crea el agua mientras danza por la hoja blanca, dejando color a su paso.

Sin embargo, eso me estaba encasillando un poco y me mantenía dentro de un estilo propio, y aunque mucho me gusta, no me estaba dejando salir de ahí, y todo estaba resultando ser muy similar.

Con esta nueva toma de consciencia, y sabiendo que Juan Carlos Camacho tenía un grupo de estudiantes en uno de sus talleres, decidí contactarlo, y actualmente estoy estudiando y aprendiendo con él, y esta vez llevando anotaciones de cada clase, para no olvidar cada uno de sus consejos y recomendaciones.

Tal vez llevado por mis inseguridades, dejé la libertad de mi trabajo y me fui enfocando más en hacer cosas similares a las que él hace. Claro que al decir similares me refiero al tema, porque la verdad es que no podría hacer algo parecido a sus obras; y la verdad es que no podría hacer nada como lo que hace Carlos, Moisés, Ariane o Emanuel, pero igual ese no es el punto.

Empecé a disfrutar el paisajismo con Juan Carlos, pinté tulipanes, el Castillo de Drácula, un convento con flores de Lavanda y un paisaje de Capadocia en Turquía, y estaba muy feliz entendiendo su manejo del agua, que era muy diferente al mío, sus sombras que yo no conocía, su forma de aplicar el pigmento con cierta humedad, el uso de las espátulas, las paletas, los pinceles planos, los lápices de color acuarelables y el uso de los pinceles más secos. Y aunque todo esto era, y es, una gran experiencia que no quiero terminar por ahora, a la vez me estaba, o está, cortando las alas, encerrando mi libertad y dejándome llevar por su estilo, y ya no por el mío.

En algún momento le comenté esto, y le pedí que me ayudara a seguir sus recomendaciones, aprender de él y ver temas nuevos, pero que comprendiera que yo quería ser libre en lo que hacía, dejándome llevar. Por supuesto que él me entendió y estuvo de acuerdo en hacerlo, incluso me parece que le agradó; pero yo, personalmente, había amarrado mis alas, y mis palabras, por mi parte, se convirtieron sólo en palabras, y no volaba.

Durante varias clases me ha extrañado que algunos compañeros usen sólo un pincel a la vez, poniendo pigmento, o si usan dos es para aplicar dos tonos o colores, y yo he estado acostumbrado a usar dos, en donde uno tiene pintura y el otro con agua para hacerla correr. También he sentido que sus maravillosos trabajos, porque algunos son verdaderamente buenos, son de aplicación limpia, como si se hiciera con acrílico, que, aunque está muy bien, no son la danza del agua que tanto disfruto, específicamente esas noches en que meto el pliego de papel en el tanque de agua, para sacarlo y pintar sobre esa capa de agua rebelde, que logro controlar.

Todas estas tomas de consciencia, y mientras estaba en Art Depot esta mañana, me hicieron darme cuenta que mis pinceles orientales están guardados, igual que mi caballete, y ahora sólo estoy pintando de manera horizontal. Me hicieron notar mis alas amarradas y mi libertad auto encarcelada, y aunque quiero seguir aprendiendo de la ruta por la que voy con Juan Carlos, quisiera desempolvarme mientras estoy en casa, y tal vez mezclar lo suyo con lo mío, para lograr algo nuevo, porque el paisajismo cuasi acrílico, no es el punto al que quisiera llegar.

Tengo muchas paletas de acuarela, que podrían también usarse para acrílico, y tal vez no para óleo, para no dejarlas manchadas, pero no las usaba porque yo no pinto con ellas. Yo suelo poner gran cantidad de pigmento en un pozo de agua, en una paleta similar a la bandeja de hacer hielos, y de ahí aplicarlo al papel, pero en esta clase he empezado a comprar paletas, porque el método de aplicación es distinto. Con un poco de humedad en la pintura, se aplica delicadamente en el lugar necesario, creando lo que se quiere, pero sin la movilidad del agua, aunque algunas tienen que ser sobre superficies muy húmedas.

Entonces, así como mis pinceles orientales se escondieron en el closet del arte, así mismo salieron las paletas viejas, o nuevas, para empezar a trabajar.

Hoy estoy notando que las paletas que usé con Moisés solera, junto con los pinceles sintéticos, han vuelto a la vida, y que el no uso de paletas, las paletas “de hielo” y los pinceles chinos pasaron “a mejor vida”. Entonces, aunque a ratos puedo pintar de una manera y a ratos de otra, ahora que tomé consciencia de lo que está sucediendo, quisiera hacer una mezcla entre ambos “sistemas” o técnicas, y crear una propia. 

Tal vez pueda pintar un paisajismo con Juan Carlos, entendiendo lo que me quiera decir, aunque como otras veces tenga que repreguntar, pero haciéndolo “a lo loco”, a lo yo, incluso con mis pinceles orientales que al fin y al cabo sólo “los expertos” podemos controlar, por la cantidad impresionante de agua que guardan o transportan en sus cerdas naturales. Y estoy seguro que JCC estará feliz de acompañarme en esta nueva aventura, y llevarme de la mano hacia una buena obra, una que de verdad sea de mi completo agrado, y en la que podamos incluir sus maravillosos consejos, y su habilidad para sombrear un trabajo.

Hoy, en este momento en el que estoy, me preguntó en qué instante dejé guardados los muchísimos pinceles chinos, incluyendo algunos muy grandes y otros enormes, o los de colección que cuestan miles de dólares cada uno, para enfocarme en los pequeños pinceles desde el #1 hasta el #18 de las marcas Zen de Royal & Langnickel, los Black Gold y los Black Silver de la línea Dynasty.

Mis inseguridades me estaban “matando”, como de alguna forma lo expresé en mi escrito “Soy un buen acuarelista”, y hoy entiendo qué es lo que estaba sucediendo.

Cuando pinté con Moisés y con Carlos, era como si hubiera llevado un buen curso de fontanería, luego me hice albañil autodidacta, y ahora llegaba al grupo de Juan Carlos, en donde me encuentro a muchos maestros de obras, que me hacen sentir frustrado; aunque recordemos que con Ariane fui libre de escoger, y que Emanuel me llevó a ser un electricista, con maestría en electrónica.

Dejo, a partir de hoy, mis frustraciones, entendiendo que estos compañeros de ahora están en un nivel superior, en un tema distinto, y que, si logro hacer la mezcla de lo que fui, más lo que Juan Carlos me enseñe, lograré estar donde quiero estar, en un nuevo nivel.

Hoy es el día, en el que los pinceles chinos, deben salir del closet, porque ellos y yo, necesitamos ser libres en las artes plásticas.


I

“Soy un buen acuarelista”

Diario del artista



15 de noviembre de 2022

Quise empezar este escrito, entrecomillando la palabra artista, porque últimamente siento que puede ser llamado así, aquel con preparación profesional, varias exposiciones individuales y que se cotice a altos precios; pero la verdad es que no siempre debe ser así. 

Además, este es mi diario, mis letras, mi papel y mi vida, así como es a mi subconsciente al que alimento, y por lo tanto me llamaré como quiera, si eso me hace sentir mejor y me causa una mejor sensación de logro. 

He decidido hacer este diario para ir narrando o narrándome las experiencias vividas en el camino del arte, así como los muchos o pocos aprendizajes que vaya teniendo en esta vida llena de placeres y satisfacciones. 

Y es que, algunas veces hago un escrito, hablando de cómo me siento, y no sé dónde publicarlo, y termino guardándolo para mí mismo, incluso sin volver a leerlo; aunque también he puesto algunas cosas en el chat de los compañeros de arte o compartido con artistas cercanos, y no recibe comentarios. 

Tal vez sea que, la calidad de mis escritos, no merecen para algunos, ser comentados; pero también puede ser que mientras lo escribía me he salido un poco del mundo artístico, y me dejé llevar por el escritor o por el coach de vida, haciendo un comunicado a mi subconsciente o trabajando en el desarrollo personal, y deja de ser del interés de los artistas en artes plásticas. 

Aún así, y aunque sea “El diario del artista” y lo narre como escritor, no me limitaré a incluir temas de desarrollo personal que tengan que ver con el asunto, que me sirvan para mi propio crecimiento, y que además puedan ser entendidos desde otros ámbitos, oficios, profesiones o situaciones diarias, en las que llegue a estar, o que le puedan servir a alguien más, de los que leen mis letras.

Hace unos días, escribí:

Soy un buen acuarelista

“Soy un buen acuarelista”, son palabras que me retumban en la cabeza cada vez que estoy acostado y pienso en lo que hoy hice o en lo que quiero hacer mañana, en materia de arte. Así como “soy acuarelista” son palabras que uso algunas veces para presentarme, siempre y cuando no esté hablando con alguno graduado de bellas artes o con una carrera de muchos años, y en ese caso sólo puedo decir: “pinto acuarelas”.

“Soy un buen acuarelista”, palabras que sigo repitiéndome, hasta que llego a sentarme frente al papel, y no tengo claro que quiero hacer, no puedo reconocer bien el nombre y tono de los colores, o estoy junto a un compañero o compañera de arte, que hace unas pinceladas que yo no puedo hacer; y las palabras empiezan a no ser mías o a no corresponderme, sin pensar que yo también puedo hacer pinceladas que algunos de ellos no pueden hacer; pero el consciente está haciendo de las suyas, y poco a poco mina mi seguridad personal.

“Soy un buen acuarelista”, siempre y cuando no esté en la clase, y sienta cuando llega mi profesor de nivel mundial y fijamente ve el papel y lo que estoy haciendo; y aunque podría ser que le guste lo que hago, yo siento que esa mirada es de lástima o de juicio; pero ese es mi yo interno, y ciertamente no es necesariamente lo que está pensando.

Es tan difícil encontrar el balance entre lo que piensa el consciente y el subconsciente, así como la fantasía y la realidad que se debaten en mi cabeza; y he trabajado mucho en eso, sin lograrlo, y aprovechando la actitud de mis compañeros para ver si la seguridad que de algunos de ellos emana, es heredable o la puedo hacer mía, así como la inseguridad que también parecen tener en algunos momentos, a pesar de tener grandes obras todavía húmedas, me sirve de ejemplo para tratar de entender que, no siempre debo sentirme así.

Pareciera que hoy voy a decir cómo resolverlo o cómo lo resolví; pero como muchas veces escribo, esto es sólo una toma de consciencia, de algo en lo que tengo que trabajar internamente.

Tal vez alguna parte de mi se compara con otros, o con muchos, y eso es lo que tengo que apagar. Ese es el switch que debo quitar o la luz de advertencia que no debo dejar que se encienda más, porque no hay nadie con quien podría, con permiso, compararme. 

Estoy rodeado de estudiantes de arte y un profesor que es un grandioso acuarelista, y ciertamente no puedo hacer mucho de lo que ellos hacen; pero eso no me da seguridad, porque a ratos pienso que todos ellos podrían hacer, sin problema, lo que yo hago, y nuevamente el valor personal se viene al suelo.

En fin… acepto esto como una toma de consciencia y lo trabajaré, y no sólo en la acuarela, sino en la escritura, en el diseño y en muchas otras áreas en las que he notado que, mi seguridad personal está minada, y más cuando hay personas tan talentosas a mi lado.

¡Ciao chitos!, me voy a pensar en mi seguridad y estabilidad personal, y más específicamente en mi trabajo, en la cantidad que hago, en cuánto hago y cómo lo hago, sin depender de valores externos, que, en la mayoría de los casos, me pueden dejar un sinsabor.

Y luego de todo esto, trataré que mis palabras tengan fuerza cuando salen de mí. Cuando algún compañero/a haga algo que no me gusta, encontraré la forma educada y suave de hacérselo saber, y no para que lo cambie, porque finalmente es sólo mi gusto; sino para que cuando le diga qué me gusta o qué me encanta, esas palabras sean aceptadas con la intensión que llegan; y ojalá ellos hicieran lo mismo conmigo, para poder confiar cuando me dicen que algo me quedó bien.

Tres compromisos me llevo luego de estas líneas, el de revisarme y cambiar eso que me hace sentirme menos que otros, el ser sincero con quienes terminan o trabajan en una obra, y el querer y poder aceptar las críticas constructivas, por más fuertes que sean, para que le den valor a los elogios, que estoy seguro que también pueden llegar.

Este texto escrito, publicación o lloradera, fue una llamada de atención a mi mismo, para tratar de entender qué es lo que siento y por qué me siento así; y aunque lo publiqué y no tuve reacciones, quedó retumbándome en la cabeza, haciendo examen de consciencia, o más bien una introspección que me ayudara a identificar mis debilidades, y que me diera alguna herramienta de cómo superar esa “crisis”; pero la solución o la respuesta no parecía llegar, y yo seguía en ese limbo, y con esa sensación.


 Dedicatoria

Diario del artista



Dedicado a mis sobrinos Jimena y Santiago, a quienes al final de mis días les quedarán mis escritos y mis pinturas, y las utilidades que eso pueda generar, si es que algo genera.

Y como les dije un día de estos, quiero repetirlo aquí:


"El día que yo me vaya para el cielo,

corran a sacar todas las acuarelas que tengo guardados,

mientras mi gente cercana todavía está sensible,

y vendan todo lo que puedan a un precio cómodo".

"Por la cantidad de obras guardadas,

con lo obtenido se pueden comprar un automóvil cada uno,

y guardar un poquito para otros gastos."

"Se los regalo".

Vinny

¡Hola!

Diario del artista



Podría llamarlo una "lucha diaria", entre ponerme a pintar o dedicarme a escribir un rato. Y es que cuando estoy pintando me relajo tanto que tengo ganas de escribir; y cuando estoy escribiendo, me dan ganas de dejar de lado el teclado, para pintar un rato.

Pero hay otra "lucha" entre lo que quiero decir con mis acuarelas, y lo que tengo capacidad de hacer, que  muchas veces es menos de lo que puedo realizar; porque para mi la acuarela no es terminar un cuadro hermoso, con un riachuelo o un paisaje, aunque lo he hecho y me gusta, es poder expresarme con colores y hasta con abstractos o no tan abstractos; es dejar un poco de mi en el papel; porque finalmente, creo yo, y me estoy dando cuenta de eso en este momento, el papel es mi mejor amigo. Ya sea el bond 20 de las hojas impresas, o el de acuarela de 300 gramos, porque ambos terminan llevándose parte de mi, y de mi esencia, para el futuro o para siempre, mientras la tinta sobreviva.

Adicionalmente, hay tantas cosas que aprender, tantas cosas por enseñar y tantas cosas aprendidas que debo recordar, que mi mejor idea del momento, según mi criterio, es escribir un diario para hacer mis apuntes y mis anotaciones; de tal manera que pueda estar brincando entre el bond, aunque no el 007, y el de 300 gramos; y me gustaría que vos me acompañaras en este viaje. Ya sea que sos acuarelista o cualquier otro artista plástico, escritor o lector, o tan solo alguien que quiere leer mis introspecciones, tomas de consciencia y pensamientos sueltos; porque aquí estaremos vos y yo, y no estará sólo "el yo" acuarelista o el escritor, sino también el coach personal que se cuestiona todo en la vida, o mucho, para poder caminar mejor cada día, y para garantizarme que a cada instante subo un nuevo escalón, hacia quien sabe dónde; así como también estará el fotógrafo que tiene una manera particular de ver la vida, y el diseñador de ropa que trata de que las personas no sólo sean mejores por dentro, como lo hace el coach, sino que se vean mejor por fuera.

En fin, creo yo, en estas páginas y con las acuarelas que pinte de ahora en adelante, trataré de "desnudarme", y dejar mucho de mi.

Aparecerán por aquí y por allá, varias de las tomas de consciencia y pensamientos sueltos o entrelazados. Algunos que hay que amarrar y otros que hay que soltar, pero que a todos los necesito, y quiero anotarlos; y de paso compartirlos con vos o con aquellos que quieran saber cómo ha sido mi proceso de acuarelista o pintor de acuarelas y artesano, y cómo es mi viaje por esta hermosa vida; porque todo será en positivo, hasta lo que no lo es tanto, porque todo me llevará a algo mejor.

Volvamos al "¡Hola!", soy Vinicio Jarquín, costarricense, empresario y diseñador, con mi propia marca de ropa, de donde obtengo los recursos económicos para vivir. Adicionalmente soy acuarelista, escritor, coach personal o coach de vida y fotógrafo, todo dentro del marco de un viajero por el mundo. Y lo digo con autoridad luego de haber estado en los cinco continentes habitados de la tierra, en algunos más de una vez, contando cincuenta países por primera vez y 82 en total, 65 aeropuertos nuevos, y no sé cuantos miles de maravillosas experiencias.

Pero que mi vida vivida no te afane, porque lo importante es mi hoy y el mañana que día a día me forjo, y tal vez en el camino podamos hacerlo juntos, y algunas de mis experiencias o tomas de consciencia, de algo puedan servirte, y si no, al menos trataré de mantenerte entretenido entre mis líneas y mis letras, para que me acompañés un rato; un rato hasta que ponga fin.

Aunque creo que si va a ser un diario, como diario de vida, no habrá un fin hasta el día en que no sea yo quien lo ponga, sino mis sobrinos, que al final de mis días se quedarán con las letras escritas y las obras pintadas, y espero que además, el maravilloso recuerdo de los años que compartimos juntos, y todo lo que hice para tratar de darles la mejor vida posible. Un abrazo a Jimena y a Santiago, dos de mis más grandes amores.

Como dije, mi vida vivida podría no ser tan importante, pero te contaré un poco de mi, con la mera intención de que sepás quien soy, y rápidamente veás cómo he llegado hasta aquí.


Mi experiencia como acuarelista:
He recibido clases o asistido a talleres con Moisés Solera, Carlos Cruz, Ariane Garnier, Emanuel Rodriguez y Juan Carlos Camacho; teniendo grandes aprendizajes y experiencias con cada uno; pero ya lo veremos más adelante.

He hecho tres exposiciones de arte en solitario, una en el Club Cariari, otra en el Indor Club y la más sobresaliente fue en la galería Talentum, que la renté en su totalidad para mi cumpleaños número cincuenta, exponiendo dieciséis de mis obras, en una fiesta con ciento cincuenta invitados vestidos de negro y rojo, con presentaciones de bailes flamencos, música de DJ y comida de una casa gastronómica muy reconocida.

Algunas de mis acuarelas han sido enmarcadas para estar expuestas permanentemente en mi casa, otras son para ser regaladas a algunos amigos y familiares, y muchas se quedan guardadas en un armario, para la eternidad.

Aunque claro que también he vendido unas y muchas las he donado para obras de beneficencia, que creo que es el fin de la mayoría, o por lo menos la intención por la que las pinto.


Mi experiencia como escritor:

No sé si soy un escritor experimentado, o se podría hablar más bien de las experiencias que he tenido como escritor.

He escrito catorce libros y tengo unos siete en proceso, además de este. Algunos son novelas, otros son parte de una colección de experiencias vividas, y "El Viaje", que creo que es el que más me representa, hablando de mi viaje por la vida, por el mundo y por el desarrollo personal.


Sin embargo, dejando de lado lo que podría ser llamado "mi experiencia", quiero enfocarme más en "mis experiencias", lo vivido y lo que viviré, y que ahora lo haré mientras te estoy contando los detalles en este Diario del artista, y espero que me acompañés y de ser posible que me aportés temas que eventualmente pueda tocar, o humildemente decirte que "no tengo ni idea", dependiendo de lo que querás hablar.

¡Bueno!, creo que ya hablé del hoy y un poco del ayer, ¿qué te parece si nos vamos al mañana, o más bien al día a día, y empezamos con los capítulos de mi diario? Podrá ser que unos se entrelacen, o que uno sea la continuación del otro, o haga referencia a alguno mucho más atrás, o mucho más adelante; como también podría ser que cada uno sea completamente separado de los demás, dependiendo de como se presente la vida.

En fin... ¿vamos?, ¿me acompañás?







 XIV “Aprendiendo de mí mismo” Diario del artista Recientemente decidí tomar varias acuarelas abstractas, que no me gustaban, y de colores f...