miércoles, 7 de diciembre de 2022

 VII

“El ego del artista”

Diario del artista



Tal vez decir "el ego del artista" sea una valoración muy fuerte para describir a alguien, y tradicionalmente la palabra "ego" tiene una connotación un tanto negativa, aunque lastimosamente no encuentro una mejor para describir el artículo.

En todo caso mi intención es el cuidado que debo tener a la hora de calificar una obra, si es que me han pedido que lo haga, o comentarla si es que se espera recibir comentarios de mi parte, o bien el hacer aportes cuando nadie los ha solicitado.

Una obra como tal, producto de la imaginación, del trabajo o de la experiencia de un artista, es su propia creación, su bebé, su representación, lo mejor que tiene en estas disciplinas, para entregar al mundo.

"¿Por qué no hiciste esto o aquello?", "¿Te parece que queda mejor así, que así?", "Si yo fuera vos, lo habría hecho así y así", "¿Por qué no le pusiste esto o lo otro?".

Casi que no hay una forma delicada para expresarle al artista nuestras impresiones o comentarios, si estos no han sido solicitados, porque en la mayoría de los casos, el artista presenta su trabajo para ver qué nos gusta, desde mucho hasta muchísimo, y no para saber cuánto no nos gusta su obra, que podría ya estar firmada o "sellada", producto de su entrega  o viniendo desde su interior.

Finalmente, si el artista hiciera una obra con nuestras recomendaciones o sugerencias, no siempre sería su obra, y por eso hay que tener mucho cuidado.

Recientemente alguien publicó en Facebook su último trabajo en acuarela, sin poner ninguna leyenda o palabras; y que a mi parecer le faltaba para estar terminada o lista, aunque de esto hablaré en el capítulo XII, y le pregunté si la publicaba para que hiciéramos comentarios o sugerencias; pero su respuesta fue que no. Dijo que él sólo estaba empezando, que no le importaba lo que el mundo le dijera, porque no vivía de eso, y que no quería comentarios; entonces no dije nada.

Aunque aquí, entre vos y yo, creo que lo que él quería era recibir comentarios sobre la formidable obra que había publicado, sin que le hablara de correcciones o que le ayudaran a su superación, y claro que, al ser esta su meta, nadie aportó comentarios.

Creo que no lo hicieron, primero porque había de poco a nada que decir de la belleza del trabajo, y además que por el comentario tan petulante, "espantó" a quienes tenían algo que decir.

Pero así es el mundo, y así somos incluso, nosotros mismos, muchas veces. Esto no me deja una enseñanza sobre ese acuarelista, sino más bien sobre si debo o no, dar comentarios cuando  no me los están pidiendo, y si debo o no, pedirlos cuando quiero recibirlos; y en ese caso ser lo suficientemente humilde para recibirlos.

En todo caso, y en caso de darlos, exponerlos con amabilidad, y con un "yo lo que haría sería...", y no un "deberías..." o "tendrías ...".

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